A Sonia
Yo que era aquel novato de las liras
Luchaba contra el ritmo en este trance
Que quiebra el pie quebrado en cinco pasos
Y que es para el novicio todo un lance
Pues guarda endecasílabo su ritmo
Melódico, y en tónico sextante;
Y yo, que por mi métrica imprecisa
Apenas me alejaba del romance
Abriéndome en un falso verso libre
Cerrándome a rimarlo, pues en balde
Los versos daban sílabas forzadas
Violentas al romperse en el remate.
De pronto llegué a alguna cofradía
De locos describiendo disparates,
De espíritus tejiendo en la palabra
Las hebras con que visten los amantes,
De gatas y piratas y ladrones,
De flores y jardines y rosales,
Y algún contrabandista de sombreros
Vistiendo sus colores como traje;
Y yo, que era más diestro con las letras
Llegué más confiado por el arte
Mayor que me acercaba a los sonetos
Bien rematado en rima consonante.
¡Ay! Fui tan inocente, y fue fortuna
Que aquí estaba la gata más lïante:
Más que una veterana sonetista
Es reina de sonetos innegable,
Mujer tan gatométrica y honesta,
Esdrújula, mayúscula, y aparte
La diva que de vino deja huellas
De poesías más extravagantes;
Ella va siempre armada y peligrosa
Con la palabra, y lleva en su equipaje
Más leve y más profundo, lo sincero
Que con el corazón siempre comparte.
De que hoy yo sólo exprese con sonetos
Lo que hace un año fuese algo impensable,
De armarme en destrozar las estructuras,
De darme en lo que escribo más coraje,
De ser una maestra, una mentora
Que guía algunos pasos de este viaje,
Y de ser, sobre todo, buena amiga;
De todos estos cargos es: culpable.